De la encomienda a la hacienda

Durante los primeros cincuenta años de dominación española, los conquistadores ocuparon todo el valle central chileno hasta el archipiélago de Chiloé; sometiendo a la población nativa a la servidumbre a través del sistema de encomienda y fundando ciudades que servían como centros focales de poder político y militar. La extracción de oro aluvial por medio del trabajo forzado de la población indígena, se convirtió rápidamente en el motor de la economía chilena. Sin embargo esta actividad económica comenzó a mostrar señales de decadencia con el progresivo agotamiento de los lavaderos de oro y la encarnizada resistencia indígena, que desviaba gran parte de los recursos para sostener el esfuerzo militar de la conquista. El desenlace final vino con el levantamiento general mapuche de 1598, que puso fin al dominio hispano al sur del Bío-Bío y provocó una aguda crisis económica al sustraer gran parte de la población indígena del sistema de encomienda.

En 1687, una grave crisis agrícola en la costa del Perú provocó una inesperada demanda de alimentos, a la que respondió la agricultura del valle central, La Serena y Concepción con el envío de suministros de trigo. La estancias ganaderas fueron dando paso progresivamente a haciendas cerealeras, especialmente en la región del centro del país, y la exportación de cereales se convirtió en el rubro más importante de la economía chilena. La precaria estructura laboral del siglo XVII dio paso a un nuevo sistema de relaciones sociales de corte señorial, centrado en grandes haciendas que absorbían la mayor parte de los recursos y la mano de obra.

El descenso de la población indígena y el predominio demográfico de los mestizos libres, hizo que las haciendas buscaran formas de integrar a estos últimos en el sistema laboral a través del sistema de inquilinaje. Sin embargo, durante todo el siglo XVIII subsistió una importante población flotante de vagabundos que trabajaban ocasionalmente como peones de temporada, aunque escapaban a todo control por parte del Estado colonial y las haciendas.

En síntesis, durante el último siglo colonial se sentaron las bases del gran latifundio que caracterizó el paisaje rural durante siglo y medio a partir de la Independencia, y que dejó profundas huellas en el carácter de la sociedad chilena hasta nuestros días.

Fuente: Memoria Chilena Dibam, 2004

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